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Síntomas del cansancio en traducción e interpretación
18 de enero
Aunque los síntomas del cansancio y la fatiga se deban a varios factores tales como por ejemplo un resfriado, un estado febril, estrés, falta de sueño y demás razones más o menos protagonistas, hoy vamos a concentrarnos en explicar qué síntomas nos dan pistas sobre cuándo se debería aparcar una traducción o pedirle a tu compañero de cabina que te releve en interpretación.
Claro está que lo ideal sería que lleváramos a cabo un estilo de vida saludable con por lo menos 8 horas seguidas de sueño, dieta equilibrada, ejercicio y montones de vitaminas, más aún cuando el trabajo que realizamos es sedentario, como es el caso tanto de la traducción como de la interpretación. Si los diccionarios, apuntes, glosarios y demás recursos imprescindibles que facilitan la tarea de traducir e interpretar empiezan a fallar, aquí hay una clara señal de que algo va mal.
Por lo que si os dais cuenta de presentar algunos de los síntomas descritos a continuación, no dudéis en tomaros una pausa y tomar un soplo de aire fresco.
Lo ideal sería que lleváramos a cabo un estilo de vida saludable más aún cuando el trabajo que realizamos es sedentario
- Tiempo: cada trabajo bien hecho requiere su tiempo (y por consiguiente, implicación). Si lleváis mucho tiempo traduciendo quizás sería conveniente tomarse una breve interrupción. Lo mismo si estáis trabajando en una cabina de interpretación, ya que no se trata de batir récords sino de hacer bien la tarea. Y el tiempo implica la…
- Preparación: quizás podría haberlo puesto antes, como primer punto para empezar a explicar, pero en cualquiera de los casos, sin una buena preparación un traductor y menos aún, un intérprete, no van a tener éxito en su labor profesional. Y para tener una buena preparación hace falta tener tiempo; no se puede preparar una conferencia (de veterinaria, por ejemplo) como intérpretes si antes no se ha estudiado el temario (siempre y cuando se tenga la suerte de que el cliente proporcione material con antelación, y si es así, hay que aprovechar esta ocasión).
- Calidad: lo ideal sería poder ofrecer la mejor calidad posible a la hora de entregar un encargo de traducción y poner en práctica los dos puntos anteriores en donde el tiempo y la preparación van juntos de la mano y posibilitan que un mismo traductor pueda corregir su encargo de traducción. En cuanto a la interpretación, si notáis que la calidad de vuestro mensaje va disminuyendo y por ello el rendimiento (y eso se puede notar, por ejemplo, si estáis a la vista del público y éste empieza a girarse para miraros con una serie de caras raras) sería conveniente que vuestro/a compañero/a de cabina os diera el relevo cuanto antes.
- Salud: está claro, y no sólo en este ámbito, que cuando a uno le falla la salud su rendimiento no es el mismo. Aunque los verdaderos profesionales saben manejar situaciones delicadas a pesar de tener un resfriado (de caballo o no) y sufrir por ello un «ligero» cambio del tono de voz, como le puede pasar a un intérprete y como muy bien saben llevar a cabo los intérpretes de la FAO con los que he tenido la suerte de compartir cabina.
- Rendimiento: si poco a poco éste va fallando, y esto se ve reflejado con más lentitud y más esfuerzo a la hora de hacer el trabajo, hay que tomarse un respiro.
- Dudas: todo el mundo las tiene en algún momento, pero al trabajar en una cabina no hay que dejar de hablar/interpretar y las pausas de silencio no son un buen augurio. En cambio en traducción, si empezáis a dudar de la conjugación de un tiempo verbal, o bien de la traducción de un término y empezáis a consultar con demasiada regularidad un diccionario, es momento de bajar el ritmo.
- Resultado final: si acabáis una traducción después de varias horas seguidas sin pausa y sin ventilar la cabeza os aseguro que el resultado no va a ser el esperado y posiblemente vuestro cliente tenga muchas dudas de si volveros a llamar o no. Por lo que, antes de entregar un encargo de traducción lo ideal sería que el texto respirara uno o dos días, es decir, que se dejara de lado sin tocar nada. Pasados estos días, hay que volver a releer la traducción y ver si se pueden hacer mejoras, corregir el estilo y la puntuación y (lo que yo siempre recomiendo, siempre y cuando se tenga el tiempo suficiente y las condiciones propicias) intercambiar la traducción con otro especialista para que le dé una ojeada (una vez tu amigo traductor te llama a ti para que leas su traducción y otras veces la llamada va en dirección contraria). En cambio en interpretación, si al acabar el trabajo la gente te evita y te lanza miradas de incredulidad es que esta vez no te ha ido tan bien. Mi profesor de interpretación de la facultad siempre nos decía que ese sería el resultado de uno de los primeros trabajos y que la solución sería salir por la puerta de atrás y prepararse mejor la próxima vez. Pero si al acabar la conferencia de interpretación, el público, los organizadores y tus «jefes» se acercan a ti y te dan las gracias es que el resultado final ha sido muy bueno.
¿Qué puedo hacer para combatir con estos síntomas?
Ya hemos dado algunas pistas de ello al principio del artículo pero quizás para resumir habría que saber reconocer estos siete puntos anteriormente explicados a la hora de empezar a traducir o interpretar. También creo que estos puntos no sólo se pueden aplicar a los ámbitos de la traducción o la interpretación, se adaptan a cualquier otra profesión en la que se quiera brillar con luz propia. Por lo que, quizás, el consejo que puedo daros, llegados a este punto, es el de no perder la ilusión por lo que hacéis. Siempre hay malos recuerdos y situaciones difíciles y complicadas, pero hay que saber aprovecharlas para aprender y no repetirlas y sacar conclusiones. Si se sabe analizar cada uno de los trabajos que se ha hecho y se aprende de ellos esto será sinónimo de éxito profesional. Así que recordad hay que disfrutar de lo que se hace en dado momento y seguir aprendiendo para mejorar, o lo que es lo mismo: Roma no se construyó en un día (versión española: «No se ganó Zamora en una hora«) y carpe diem.
4 respuestas
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Bastante cierto todo. Lo que haría falta es saber identificar enseguida los primeros síntomas del cansancio. Algo que merecería un capítulo aparte es la salud en la interpretación (aún me acuerdo de un examen que no fue como hubiera querido por una otitis fulminante que me había dado justo el día antes).
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Hola Sebastián, gracias por haberte leído el artículo y pasarte por el blog 🙂 Te doy la razón en cuanto a dedicarle una sola entrada a cómo llevar el resfriado-costipado-enfermedad a la hora de interpretar en cabina. Yo misma lo he vivido, al igual que tu. Es una idea para un próximo artículo (me lo apunto). Gracias y saludos 🙂
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Reblogueó esto en El Ojo del Traductory comentado:
Buenos consejos -
How do I start a blog and own the domain?
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