Los estudios de traducción son una disciplina nueva, ya que no tienen toda la historia que presenta la traducción ni mucho menos. Nacen a partir de un gran periodo de teorización en los años cincuenta del siglo XX. Este período se caracteriza por ser descriptivo y explicativo. Es un momento donde hay una gran revolución en el mundo de la traducción gracias a las traducciones de los clásicos de la literatura universal en las lenguas de los países de la URSS; una tarea dirigida por el escritor ruso Gorky. Es una época en la que hay un cambio de mentalidad y en la que nos encontramos con textos escritos sobre traducción técnica. Es también cuando nace la traductología (o también los llamados «estudios de traducción») que presenta muchas denominaciones y variaciones con respecto a su nombre.
Así pues, vemos como la traductología tiene una relación muy intensa con otras disciplinas tales como la filosofía, la hermenéutica, la antropología, la lingüística, la psicología, la pedagogía y muchas más. Es por ello que muchos autores entienden los estudios de traducción y la traductología como una disciplina multidimensional. De este modo, nos encontramos ante una gran riqueza en cuanto a la terminología de los estudios de traducción con una amplia variedad de denominaciones: ciencia de la traducción, teoría de la traducción, traducción, traductología, translatología, translémica, lingüística aplicada a la traducción y traductología. Analizamos estas denominaciones en un artículo anterior publicado para el TermCoord.
Esta variedad es el resultado de diferentes puntos de vista de Holmes en 1972 en la obra «El nombre y naturaleza de los estudios de traducción». En la obra de Amparo Hurtado “Traducción y Traductología. Introducción a la Traductología” vemos que la traducción se divide en tres ramas (según la propuesta de Holmes) donde diferenciamos: la rama teórica, la aplicada y la descriptiva.
Vemos cómo al principio del nacimiento de los estudios de traducción como ciencia individual, autores como Federov (1953), Vinay y Darbelnet (1958), Mounin (1963) e Isfahán (1965) (entre otros) opinan que una disciplina que estudia la traducción no puede ser subsidiaria de la lingüística. Aunque hay autores que dicen que los estudios de traducción deben formar parte de la lingüística aplicada, por lo tanto, se cree que la denominación de lingüística aplicada a la traducción no refleja todo el sentido de esta nueva disciplina. En la década de los 80, los estudios de traducción se consolidan como disciplina y adquieren una entidad propia. Hoy en día, se considera que los estudios de traducción estudian todo lo que se refiere a la traducción y su campo.
muchos autores entienden los estudios de traducción y la traductología como una disciplina multidimensional
La traductología moderna se basa en elementos esenciales para el análisis de la traducción dejando de lado el concepto de fidelidad. Estos elementos se denominan nociones y son transversales, recurrentes y se dividen a la vez en ocho puntos:
- la equivalencia traductora
- la unidad de traducción
- la invariable traductora
- el método traductor
- las técnicas de traducción
- las estrategias traductoras
- los problemas de traducción
- errores de traducción.
Estos puntos se basan a la vez en los siguientes aspectos:
- La equivalencia traductora: se considera la noción central en cuanto a los estudios de traducción y fue por muchos años uno de los principales puntos de diferentes discusiones sobre la temática misma. Consiste en un contexto dinámico visto como una solución entre traducción literal y libre. Es una noción que se compone de tantos elementos como tiene el propio texto y es dinámica y contextual. Ha evolucionado con el tiempo y hoy en día se pueden distinguir dos tipos: la equivalencia en el plano de la lengua y la equivalencia en el plano del habla.
- La unidad de traducción: es una noción muy vinculada con la anterior. Se trata del segmento mínimo textual que se puede traducir de modo unitario. También, hay una destacada diversidad terminológica vista como una unidad lexicológica (Vinay y Darbelnet, 1958), una unidad de significado (Seleskovitch, Lederer, 1948; Delisle, 1980), traduxema (Arencibia, 1976), logema (Rado, 1979; Vázquez Ayora, 1982), unidad de procesamiento (De Beaugrande, 1978, 1980), textema (Toury, 1980), transema (Garnier, 1985), inforema (Sorvali, 1986), translema (Santoyo, 1983, 1986; Rabadán, 1991), traductema (Larose, 1989), etc. Esta noción presenta una grande querella, «encontrar una unidad básica de análisis y del tratamiento que fuese fiable ha sido uno de los temas más controvertidos en la teoría de la traducción» según Vázquez Ayora. El conflicto es el resultado de una complejidad en cuanto a la definición de esta noción con respecto a sus vínculos con los mecanismos textuales y cognitivos. Dentro de la unidad de traducción, encontramos una división interna en macrounidades como idea del texto; microunidades como unidades de sentido, comunicativos y de comprensión; y finalmente, en unidades intermedias que pueden cambiar según su género textual y la modalidad de traducción.
- La invariable traductora: es una noción que define la naturaleza del vínculo que es el que sigue siendo el mismo a la hora de traducir. En traductología moderna, hablamos de la unidad de pensamiento que es un aspecto muy ambiguo, pero el más utilizado es el «sentido», ya que es el más estable: tiene un carácter no verbal, contextual, dinámico y funcional. Hay que tener en cuenta que el propósito de una traducción en concreto puede variar y esta variación no será según el significado sino según su contenido. Esta noción está estrechamente vinculada a la equivalencia traductora.
- El método traductor: nos referimos al modo en que el traductor se enfrenta al conjunto del texto original y luego desarrolla el llamado proceso traductor. Nos encontramos ante la oposición del método literal con el libre. También, encontramos una amplia variedad de denominaciones, aunque existen cuatro tipos de métodos básicos de esta noción, que son: el método de interpretativo-comunicativo, el literal, el libre y el filológico. Es necesario tener en cuenta que los métodos empleados por el traductor pueden variar según el propósito de la traducción y de acuerdo con el contexto de esta.
- Las técnicas de traducción: es el resultado de una estrategia de traducción. Se utilizan para obtener la equivalencia traductora en microunidades textuales. Hay que tener presente que se clasifican en comparación con el original. No hablamos de mejores o peores técnicas, ni de buenas o malas sino de que estas dependen del contexto. Observamos como las principales técnicas utilizadas son: la adaptación, la ampliación lingüística, el calco, la compensación, la comprensión lingüística, la creación discursiva, la descripción, la elisión, el equivalente acuñado, la generalización, la modulación, la particularización, el préstamo, la substitución, la traducción literal, la transposición y la variación.
- Las estrategias traductoras: conscientes e inconscientes, verbales y no verbales, internas (es decir, cognitivas) y externas que utiliza el traductor con el fin de resolver problemas durante el proceso de traducción. Son individuales y dependen de las carencias de cada uno.
- Los problemas de traducción: dificultades individuales de carácter multidimensional que tiene un traductor a la hora de realizar su encargo de traducción profesional. se clasifican según son: lingüísticos, textuales, extralingüísticos, de intencionalidad y pragmáticos.
- Los errores de traducción: ideas inadecuadas y/o falsas en cuanto a la equivalencia traductora. Estos se dividen según los criterios textuales, contextuales y funcionales y pueden afectar el sentido del texto en la lengua de partida y/o en la reformulación en lengua de llegada. Entran en juego técnicas de traducción que nos ayudan a reconocer errores de traducción. Delisle (1993) clasifica esta noción según: falso sentido, contrasentido, sin sentido, adición, omisión, hipertraducción, sobretraducción y subtraducción.
Nos gustaría subrayar que la razón principal del estudio y análisis del trabajo de Hurtado es el deseo de profundizar en el proceso traductor. Creemos que es un aspecto poco estudiado que merece un interés y un esfuerzo particular para atraer el interés hacia este acto de comunicación tan complejo para así también ayudar en la didáctica de la traducción. Si entendemos el porqué de todo nos será más fácil mejorar aspectos técnicos que han podido fallar en la traducción y en el proceso que conduce a ella.
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